Sencillez: es apertura de corazón. Es dejar entrar a Dios en el alma. Es ser sin pliegues, sin fisuras. Es apertura de corazón a Dios, que es mi creador, para que Él entre, se pasee como Dios y Señor de mi huerto, de mi palacio. La sencillez nos ayuda a derrumbar los ídolos que nuestro corazón adora. La sencillez me permite ofrecer mi corazón a Dios para que Él obre a través de mí. También es apertura de corazón a mis hermanos: en un corazón sencillo hay prontitud para perdonar, para ayudar, para hacer presencia. Sencillez es actuar sin ostentación, es simpleza. Profesar y vivir la sencillez es darle cabida en la propia vida, en el propio ser a la verdad, a la armonía a la integridad.